Rutas en barco por las aguas más cristalinas de Alicante

Nueve rincones de ensueño para navegar en barco por la costa alicantina

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 Cova dels Arcs, Benitachell[/caption] Salir navegar en barco es todo un placer para los cinco sentidos. El olor del mar, las vistas, el tacto de la brisa en la cara y el sabor del agua del mar nos transportan a un mundo de sensaciones que nos hacen amar el mar más y más. Es una pasión incansable que nos pone en contacto con la naturaleza más pura y la sensación de libertad más inmensa. La costa de la provincia de Alicante esconde decenas de rincones mágicos marcados por aguas cristalinas, arena fina y dorada y una tranquilidad difícil de encontrar. Por eso, en Náutica Antonio os traemos un listado de las mejores calas de nuestra costa más cercana para deleitar a los sentidos en cada escapada: Muy cerca de Santa Pola encontramos el Cabo de las Huertas, compuesto por cuatro calas tan pequeñas como tranquilas y acogedoras: La Calina, La Palmera, Cantalar y de los judíos. Si continuamos con nuestro barco un poco más hacia el norte, encontramos la Cova del Llop Marí, con un valor paisajístico y medioambiental excepcional. Y es que sus aguas cristalinas, su flora, fauna y su plataforma rocosa la convierten en el punto ideal para pasar el día y bucear con tubo. Además, tiene un valor añadido, y es que fue una cantera romana en el siglo XVI. Por su parte, a pesar de que Benidorm se caracteriza por la enorme masificación de gente, en ella también encontramos dos calas que se alejan de la civilización: la Cala del Tío Ximo y de la Almadrava. Ambas están situadas de forma continua entre acantilados de roca de la Sierra Helada, aunque su claro fondo marino es de arena, muy agradable para el baño y el buceo. Con único acceso por mar, encontramos la cala Gasparet, en Calpe. Es pequeñita y tranquila, ideal para bucear, pescar y pasar el día. Es, en definitiva, un refugio para descansar y aislarnos del mundo bajo la Sierra de Toix. Bajo un acantilado impresionante de roca caliza en Benitachell se encuentra la cala Moraig, junto con la Cova dels Arcs. Se trata de dos puntos clave para los amantes del submarinismo y las actividades acuáticas. Y llegamos con el barco hasta Jávea, donde encontramos la Granadella, uno de los mayores tesoros de nuestra costa. Bastan 200 metros de longitud para embellecer todo un paisaje. A pesar de que hace un par de años su vegetación se vio afectada por el fuego, el color verde vuelve a resurgir y a destacar junto con el azul celeste característico de la cala. Es perfecta para ir a pasar el día en familia o con amigos y practicar snorkel. El último rincón mágico de Jávea es la playa Ambolo, una zona virgen y alejada de la civilización. De hecho, la única forma de acceder desde tierra es bajando unas escaleras esculpidas en la roca. Es por eso que el nombre de esta cala se remonta al siglo XVI, cuando sobre la roca había una torre de vigilancia y defensa contra los piratas. Lo mejor de todo es que, entre punto y punto de cada uno de los rincones, se puede disfrutar de las vistas que ofrece la costa de Alicantina. Tanto si es de día como de noche, el encanto de las ciudades y pueblos costeros de la provincia nos sumergen en un ambiente de magia y encanto que nos hará repetir, en más de una ocasión, esta escapada sacada de un cuento.